L’amour sincère pour le septième art

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Begoña Jorques, Levante – EMV, 13.03.2017

Ouverts au citoyenneté

En ligne avec sa philosophie de cinémas “ouverts au citoyenneté.” Par conséquent, ils ont des accords avec des organismes sociaux tels que La Nau ou la Fondation Assemblée des Citoyens et Citoyennes de la Méditerranéenne, avec lesquels ils sont en pourparlers pour projeter des films bientôt pour donner une visibilité au cinéma méditerranéen.

Aragó Cinema analiza sus 16 meses de actividad, con unos 30.000 espectadores al año

Para muchos el cine es una fábrica de sueños en el sentido más poético de la expresión. Para otros lo es literalmente. Este es el caso de Alicia Serrano, presidenta de la cooperativa La Cinemista, entidad que hace 16 meses «resucitó» los míticos Cines Aragón, que bajaron el telón en 2006. «A veces, sueño con la programación», dice entre risas Serrano, acompañada de dos de sus socios, Ismael Gallart y Amparo Gómez.
Los tres son socios y trabajadores -junto a Ignasi García y Viviana de la Fuente- en Aragó Cinema, aventura en la que se embarcaron junto a otros cuatro asociados, aunque ellos cinco son los que pasan allí, en las salas de la avenida del Puerto, «casi todo el día». Ahora, explican, van a incorporar un empleado a la cafetería.

«Balance positivo»
Con la llegada de un «nuevo inquilino» a la ciudad -Ventura Pons inauguró el pasado día 3 sus cines de reestreno AlbaTexas- toca preguntarles y hacer balance de sus 16 meses de actividad.

«El balance es positivo, vamos mejorando aunque nos sigue costando», explica Serrano. A la apertura de los Aragó Cinema, el pasado 27 de noviembre de 2015, no acudió la plana mayor institucional, pese a ser un equipo íntegramente valenciano, con una apuesta por el uso de la lengua autóctona y que invirtió más de 300.000 euros en «volver a poner en el mapa» las célebres salas. Una cantidad que aún no han amortizado, lamentan, pero que «al menos, no nos genera deudas», señalan. En 2016 recibieron unos 30.000 espectadores; «lo ideal sería por lo menos el doble», reclaman los socios y trabajadores de los cines. «Los nueve años cerrados han pasado factura porque eso los eliminó de la agenda», aseguran.

No obstante, no flaquean en su intento por sacar adelante el proyecto. «No nos ponemos fechas ni plazos», estiman. «Lo que nos motivó a unirnos fue que nos enamoró el proyecto, fue estimulante y atractivo», dicen, al tiempo que añaden entre bromas «que también fue un poco de inconsciencia». En esta línea, señalan que cuando pusieron en marcha Aragó Cinema no pensaron que algunos aspectos iban a ser tan «complicados». Hay momentos, dicen, que hasta la programación se torna difícil. «Al principio queríamos programar más ciclos y clásicos, pero los derechos de los clásicos -si los encuentras- son muy caros», lamentan. «Cuando abrimos exhibimos El gran carnaval, La naranja mecánica o El gran Lebowski, casi por al amor al arte», dice Serrano.
Y aunque aseguran que el objetivo es llegar, al menos, a los 60.000 espectadores al año, se felicitan por el espectador «fiel» y de la existencia de un público para los Aragó Cinema en València, pese a la competencia, casi concentrada en una misma zona. Los fieles, señalan, «tienen un perfil variado» y «comienza a venir mucho público extranjero».

La «pequeña» competencia
Casi lamentan más la irrupción de las plataformas digitales «en las que puedes verlo todo», señalan. «La forma de ver el cine ha cambiado mucho, ya no parece que exista esa nostalgia de la gran pantalla». A pesar de la llegada de Ventura Pons con un modelo similar al suyo a la ciudad -de la que se enteraron por la prensa- descartan el concepto de boom del cine de reestreno o menos comercial. «El reto es competir con las pequeñas pantallas». Ya trabajan con colegios y se encuentran con sorpresas como que «hay chavales que con 13 años nunca habían ido al cine».

Y es que en las salas que gestionan se encuentran aspectos insospechados. «¿Qué hace triunfar una película?», se preguntan. La respuesta no está muy clara. Recuerdan el caso de la cinta La muerte de Luis XIV (2016). «Si no llega a ser por nosotros, no se hubiera exhibido en València, y la tuvimos en cartelera casi tres meses». Y eso en una época donde las películas más comerciales se vuelven efímeras en las salas más abarrotadas. «Nosotros apostamos por cosas que valen la pena», destacan.

Aplauden que Pons haya dado alas a los viejos Albatros, pero «sí me molesta, al menos, a mí personalmente -dice Amparo Gómez- que se le haya dado ese bombo como innovadores del uso del valenciano, cuando nosotros siempre hemos apostado por la lengua».

Más allá de las críticas prefieren incidir en aquello que les repercute satisfacciones. Un ejemplo es el cine bajo demanda. A través de la plataforma YouFeelm, ofrecen al espectador un título y si este cuenta con suficiente público interesado lo exhiben. La próxima película con esta herramienta es El ángel exterminador (1962), de Luis Buñuel. Si alcanza la cuota de público necesaria, se proyectará en Aragó Cinema el próximo 23 de marzo.
El cine documental -en todas sus vertientes- es otro de los segmentos que funcionan bien en los Aragó. «Esta es otra de las sorpresas que nos hemos encontrado, que el documental tiene su público y somos referente».

Abiertos a la ciudadanía
Inciden en su filosofía de cines «abiertos a la ciudadanía». De ahí que tengan acuerdos con entidades sociales como La Nau Gran o la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del Mediterráneo, con la que están en conversaciones para proyectar en breve largometrajes que den visibilidad al cine mediterráneo.

Mientras tanto, aseguran que, siempre que la «evolución sea positiva, seguiremos en marcha». El objetivo, concluyen, parece claro: programar cine que «merece la pena».

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